Ayer como cada sábado, me encontraba con mi otra familia -la familia de mi novio-. Después de haber visto el partido de la selección, nos dirigimos a comer, y entonces decidimos que queríamos salir a dar una vuelta por ahí; estuvimos discutiéndolo como una hora jaja, y entonces al fin nos fuimos.
Primero fuimos a un lugar en la Condesa -creo-, una pastelería -suiza, según su nombre- que está pequeña, pero todo lo que venden ahí se ve delicioso -especialmente para los amantes del chocolate ehhh!-. Después de comprar un pastel (Sacher) que es de chocolate, más chocolate, más chocolate -más un toque de frambuesa que tenía éste-, unos panecitos y unos chocolates, terminamos en el lugar que menos esperábamos.
¡LA FERIA! ... ¡así es!, terminamos en una pequeñísima feria que está por Mixcoac. De hecho cuando llegamos, se puede decir que la despreciamos por su tamaño; pero a los pocos minutos, decidimos que nuestro primer juego serían las canicas jajaja, ¡hace tanto que no jugaba canicas! Después de que contaron nuestros puntos, nos dieron a elegir "los premios", y escogimos un bat de baseball -obviamente de plástico- y un juego de una pelotita que se pegaba y brillaba.
Luego fueron los carritos chocones -lo mejor de la noche-, eran tres carritos: uno para mi novio y para mí, uno para sus papás, y otro para los "cuñis". Le pedí a Isaac que manejara, creí que era lo mejor porque mi última experiencia con los carritos chocones no fue tan placentera -así haya sido muchísimos años antes-. Finalmente, terminé manejando yo, y fue ¡ahhhhh! ... ¡tan divertido!. (:
Nuestro penúltimo juego fue tiro al blanco con pistolas de balines, y finalmente el juego de las tazas, fue tal vez el que menos disfrutamos; no creímos que fuera un juego que diera vueltas tan rápido y fuerte, pero lo fue. A mí sí me gusta ese juego, pero no lo disfruté porque mi novio se mareó, y fue un camino de regreso a su casa, muy incómodo. ¡Pobrecito de mi amor!, la buena noticia es que terminamos jugando un torneo de dardos magnéticos que habíamos ganado la segunda vez que jugamos canicas, luego Uno -donde gané una vez-, y por último, tomamos un té delicioso con una rebanada del pastel chocolatoso.
Fue un sábado genial, no recordaba qué tanto podía uno divertirse en una feria. Sin duda, lo único malo resulta el precio, pues ya los juegos están en $20, ¡hasta las canicas!, y eso sí se me hace muy caro. A pesar de ello, la diversión no faltó.
Me encanta mi vida, más desde que llegaste tú a ella. <3 ¡Gracias!