Este sábado, nos encontrábamos celebrando el cumpleaños del papá de mi novio, en compañía de la familia. La cita era en su casa, después de las 4, así que como todos los sábados, después de salir de mi clase de alemán, él ya esperaba por mí. De ahí fuimos primero a mi casa por unas cosas y partimos a su casa, que queda a 5 minutos de distancia.
Ya estaban todos reunidos cuando llegamos, así que después de platicar un rato, salimos a la parte de atrás de la casa para comenzar con la parrillada que teníamos planeada. Y cuando fue momento de encender la parrilla, el festejado se dispuso a tomar la iniciativa.
El primer intento fue fallido, por lo que recurrió a encender el carbón con ayuda de alcohol, fue ahí cuando se incorporó mi novio, y entre los dos lograron mejores resultados. El segundo intento también falló, y un tercero también resultó en fracaso. Entonces decidieron ir a comprar un líquido especial para dicha actividad.
Una vez comprado el llamado Fuego Rápido y después de una rápida leída a las instrucciones, decidieron que era momento de utilizarlo; todo iba bien, los carbones estaban siendo humedecidos por el líquido, sin embargo el problema fue al echar un poco de él sobre unos pedazos ya encendidos, lo que ocasionó una flama de tamaño bastante considerable.
Por reflejo se apartaron rápido, pero la botella del líquido seguía abierta, así que al hacer el movimiento brusco hacia atrás, algunas gotas salieron del contenedor. Debido a la flama, esas gotas se prendieron y formaron pequeñas bolas de fuego que volaron en dirección hacia ellos.
Una de ellas cayó sobre el pantalón de mi suegro ocasionando que éste se prendiera, rápidamente mi “cuñis” fue quien se dirigió hacia su papá para apagar el fuego que había en su ropa. Mi novio reía, pero yo la verdad sí me espanté y preocupé, porque aunque no fue mucho, nunca me había tocado ver algo así. Las cosas fueron muy leves, pero es algo que marcó esa parrillada, y que será recordado para futuras ocasiones.
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